14 de junio de 2017

Mirador de Ordiales y Pico Cotalba




Habiendo visitado la zona de Ordiales en algunas otras ocasiones, disfrutado de su Mirador y ascendido al Pico Cotalba (2.026 m.), es verdad que hacía años que no volvíamos por allí y ni tan siquiera disponíamos de fotografías, -como por otro lado ocurre también con otros lugares y excursiones de y por nuestra geografía astur durante años-. Tan solo recuerdos y sensaciones, pero que no nos sirven a los efectos de plasmar una reflexión sobre el entorno y sus escenarios cardinales más allá del propio relato literario, que sin ser poco, exigiría capacidades y espacio del que humildemente carecemos.
Así pues antes de introducirnos en la canícula, con los condicionamientos y limitaciones consabidos de los meses estivales para los accesos y libertad de circulación por la zona de Lagos del Pq. Nac. de los Picos de Europa, decidimos con un buen día realizar una incursión por la zona.
Buena parte de lo que sigue, aunque obvio, por obligado se escribe: Cuando desde Covadonga subimos a Los Lagos (CO-4), y nos asomamos en el collado El Acebo (km. 10,5) dando vista a las azules aguas del Enol, debemos salirnos de la carretera hacia la derecha circulando por buena pista y bordeando –dejando a nuestra derecha- el alto de la Porra de Enol (1.279 m.)
En otras aventuras dejábamos el coche a la altura del Refugio de pastores, aunque en esta ocasión decidíamos unánimemente avanzar por la Vega de Enol hasta Collado de Pan de Carmen (Pandecarmen) desde donde comenzamos a caminar.
La transitada ruta PR.PNPE-5 que seguiríamos –más o menos- no tiene pérdida.
Nos reconforta la sombra de Vega del Huerto. Nos alegra volver por el entorno del Pozo del Alemán, el puente de Redimuña sobre el Río Pomperi –de aguas engañosas si sigues su curso- (aparecen y desaparecen a su albedrío irregularizando su cauce). La Vega la Piedra es uno de los lugares idílicos de Picos…su verdor, sus cabañas, sus moles… ¿quién dijo que todo era caliza en Picos? Disimuladamente vas subiendo sin percibir el esfuerzo merced al paisaje diverso. En la Llanada de Canraso nos desviamos a la izquierda por los Bahos, que aunque más pendiente ofrece mayor atractivo. La Rondiella, con sus cabañas, alguna con balconada de barrotes sujeto recurrente de fotografías de recuerdo. La Rasa Pié de Palo, custodiada por el Porru del mismo nombre. Atravesando la Vega del Paré enfocamos a la Collada de Gamonal con sus impresionantes panorámicas del macizo que por el límite sur de Cangas de Onís separa políticamente la titularidad del espacio del Parque de  Picos de Cornión entre Asturias y León. Y desde aquí, desde la collada, al Refugio de Vegarredonda, apenas quince minutos. Echarle un vistazo y tomar un sorbo de agua de su fuente es un casi obligado.
A partir de Vegarredonda el paisaje se vuelve agreste, duro, en buena parte del mismo sin perspectiva. Por El Forcau y Cueñe Cerrada la pendiente se multiplica ralentizándonos la marcha. Las vistas del Mirador de Ordiales y el Cotalba se nos presentan nítidas y desafiantes. Por Campos de la Torga y Sierra Pelada el trazado se dulcifica. En el Bajo Ordiales nos animamos: vemos el refugio –abierto, pero en estado lamentable en su interior-, por primera vez comenzamos a distinguir a lo lejos algunos rebecos mucho más recelosos de la presencia del ser humano que en otras ocasiones; y el primero de nuestros objetivos de hoy, El Mirador. Aunque aún nos quedaría sudar con el zigzag del último trecho. Una vez arriba lo agradeces, compensa. Con un buen día claro empiezas a ver alturas, a identificarlas, a recordar las que coronaste, a imaginarte las excursiones de las que te faltan, a equivocarte en la situación de las más, ¡qué importa! Eres tú, estás ahí, seguramente emocionado, con tu esfuerzo, en tu hora y tu jornada, y ese momento ya nadie te lo podrá arrebatar.
Un minuto para releer la inscripción de la lápida del Marqués de Villaviciosa allí enterrado por voluntad propia y como quiera que nuestro objetivo se complementaba con el ascenso al Pico Cotalba decidimos no entretenernos demasiado.
Descendemos lo imprescindible para no perder mucha altura, pues deberemos recuperarla luego, y sin llegar hasta el refugio de montaña comenzamos un ascenso, ahora sí con mucha más pendiente y alguna zona de piedra suelta. De las dos alternativas habituales para el último tramo, ambas con jitos, nos decidimos por la de la derecha, con una trepada de unos diez metros que nos obliga a extremar las precauciones, aunque realmente carece de dificultad toda vez que dispone de apoyos suficientes. Al poco vemos la cima más cerca, y para llegar, el último esfuerzo y un poco de paciencia.
El cansancio y el hambre iban haciendo mella en nuestros físicos, con lo que tras algunas fotos desde lo más alto, aceleramos el retorno.
Descendemos por el otro lado, también ahora por la derecha, pero en este caso sin necesidad de apoyos, para entroncar a media altura con el camino de subida.
Hasta Vegarredonda vamos ya sin paradas. La satisfacción de poder reponer de abundante agua fresca y limpia compensan unos momentos de respiro y sosiego.
Comentamos la posibilidad de innovar el retorno, volviendo por El Resecu. Era nuevo para la mayoría y de paso “abríamos” el recorrido, acorde con nuestro empeño de “circularizar” en lo posible nuestras marchas (entiéndase como la antítesis de ida y vuelta). 
Así pues, una vez en La Rondiella, tornamos a derecha entre las cabañas, orillando el Porru Pié de Palu. El camino era claro, marcado y pisado. Íbamos hacia el norte. Un precioso bosque nos esperaba. Descendimos con cuidado por él y hubo momentos donde perdimos huella. Sin embargo teníamos claro que el Río Pomperi nos haría frente en algún momento, como así fue. Lo cruzamos en más de una ocasión, saliendo finalmente como esperábamos al Pozo del Alemán, entroncando con la PR.PNPE-5, y al poco al coche.
Ruta completa con día precioso y en calendario adecuado para nuestro grupo.






Distancia: 19 km.
Desnivel acumulado de subida: 1.300 m.
Dificultad: Media.alta
Duración bruta: 9 h 05 min.



Arrancamos en Pandecarmen

Cría de El bisbita alpino (Anthus spinoletta)

Por la Vega del Huerto

Mariposa Thymelicus

Puente de Redimuña sobre el Pomperi en el Pozo del Alemán

La Vega La Piedra

Llanada de Canraso desde el Cdo. de La Prida

Un minuto de sombra

La llanada de Canraso.

En Los Vahos nos separamos por la izquierda

El Cuera sobresale entre las densas nubes

Desde la Rondiella el Porru Pié de Palu cerrando con otros, por detrás, la Vega de Justigallar

El Cotalba con zoom desde la Rasa Pié de Palu

Por la vega de El Paré

A nuestro frente al sur panorámica del Macizo


Saxifraga geranoides

Las Vidriosas, Los Gurbiñales y El Paré, desde la coll. de Gamonal

Refugio de Vegarredonda desde la Collada de Gamonal

...y su ostentosa fuente de agua fría

Camino de Ordiales por la Cuesta la Asunciana

Pinguicula grandiflora (carnívora) por El Forcau

En Cueñe Cerrada

Helianthemum nummularium


Por los Campos de La Torga

 Gentiana acaulis,

Subida por Sierra Pelada

Lobularias




Por la campera y refugio de Ordiales, detrás el Cotalba

Inscripcion en la tumbra del Marqués de Villaviciosa
 
En el Mirador de Ordiales

Con buena visibilidad



Descendemos sin llegar al refugio para no perder mucha altura

Asustamos rebecos...

... en la subida al Cotalba


 Anémone nemorasa, en la subida al Cotalba

Amieva con zoom

La subida se endurece

Llegamos a la trepada


En la cima



Bajando


 Aster alpino, en la bajada de Ordiales a Vega Redonda

 Llagarto ocelado (Timon lepidus),

Nos reponemos diez minutos en Vegarredonda

Pinguicula grandiflora (carnívora)

Nos vamos alejando de Vegarredonda

En la collada de Gamonal.

Rosa pomífera

En la Rondiella

De la Rondiella a La Rasa Pie de Palo

Por los Peyos, para bajar al Resecu


Por el bosque, bajando al Resecu desde La Rondiella

 Por el bosque Redemuño, bajando al Resecu



Por el Resecu




En el Pozo del Alemán de nuevo a diez minutos del coche


VISTAS DESDE EL MIRADOR DE ORDIALES






Cantu Cabronero

Valdepino

Con zoom

Peña Ten y Pileñes

Tiatordos

Peña Taranes
Valle de Angón

Con zoom

Nota copiada de Wikipedia a la que no viene mal dedicar un minuto de lectura



Pedro José Pidal y Bernaldo de Quirós, marqués de Villaviciosa de Asturias, nació y murió en Gijón (1870-1941), fue un político, jurista, periodista, escritor, cazador, y deportista español. Diputado y senador, impulsó la creación del Parque Nacional de la Montaña de Covadonga, y fue el primer alpinista que escaló el Naranjo de Bulnes, en compañía de Gregorio Pérez el Cainejo.
Nació en el seno de una noble familia asturiana. Fue hijo de D. Alejandro Pidal y Mon, presidente del Congreso de los Diputados, embajador ante la Santa Sede, director de la Real Academia Española y numerario también de la de las Ciencias Morales y Políticas, y caballero del Toisón de Oro, y de Dña. Ignacia Bernaldo de Quirós y González de Cienfuegos, hija a su vez de los marqueses de Campo Sagrado.
Estudió el bachillerato en Madrid y, tras licenciarse en Derecho por la Universidad Central en 1891, comenzó a dedicarse a la política, siendo elegido diputado a Cortes por Belmonte de Miranda en las elecciones de 1896, y por Luarca en las de 1907. En 1914 se convirtió en senador vitalicio.
Como parlamentario se interesó mucho por los asuntos medioambientales e intervino en las proposiciones de la nueva Ley sobre Parques Naturales. Una vez aprobada ésta se fundó el Parque Nacional de la Montaña de Covadonga, el primero de España, seguido poco después por el de Ordesa. Debido a su trabajo en este materia se le nombró Comisario General de Parques Nacionales.
En el terreno deportivo, fue un excelente tirador con arco y con armas de fuego. Pero sobre todo destacó como montañero. El 5 de agosto de 1904 escaló el Naranjo de Bulnes junto con Gregorio Pérez el Cainejo, siendo los dos primeros alpinistas que lo consiguieron. Fue miembro del primer Comité Olímpico Español, fundado en 1905 bajo la presidencia del marqués de Cabriñana.
Sus restos mortales descansan por deseo suyo en el Mirador de Ordiales, en los Picos de Europa, adonde fueron trasladados por numerosos montañeros el 18 de septiembre de 1949.
El epitafio de su tumba está tomado del prólogo que escribió para el libro de Julián Delgado Úbeda El Parque Nacional de la Montaña de Covadonga, y reza así:

“Enamorado del Parque Nacional de la Montaña de Covadonga, en él desearíamos vivir, morir y reposar eternamente, pero, esto último, en Ordiales, en el reino encantado de los rebecos y las águilas, allí donde conocí la felicidad de los Cielos y de la Tierra, allí donde pasé horas de admiración, emoción, ensueño y transporte inolvidables, allí donde adoré a Dios en sus obras como Supremo 
Artífice, allí donde la Naturaleza se me apareció verdaderamente como un templo.”

El texto del prólogo continúa con la siguiente frase, que no ha sido grabada en la roca:

“Debajo de esos húmedos helechos, que reciben el agua de los Picos, y arrimada a esa roca enmohecida por los vientos fríos, dejaré que mis huesos se deshagan a través de los siglos.”



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